Cuando se fue, ella no pensaba regresar,
pensaba vagabundear en espera de su muerte,
pero lo empezó a extrañar…
Volvió, sin pensar siquiera en su suerte.
Ahora, su castillo parecía un cementerio,
No quedaba nadie, no había huella de vida…
El dolor la suprimía, estaba a un paso del delirio.
Ahora, todo su pasado era una ruina.
La muralla, estaba destrozada,
Los muros, por la lluvia corroídos.
No sabía que pasaba, estaba hundida.
El lugar donde pasaron tantas cosas juntos…
Ahora todo aquello era una necrópolis.
El lugar de antaño, lleno de vida,
ahora era todo oscuro y gris.
Ella se encontraba desmesuradamente perdida.
Su caballero ahí ya no estaba,
Por la tristeza vencida,
se fue a instalar en su antigua alcoba.
No tenía derecho, pero se sintió defraudada.
Se enceró en su aposento, estaba dolida
Lágrima tras lágrima se deslizaban por sus mejillas.
No entendía nada, estaba confundida,
Por sus carrillos resbalaban dóciles las gotas gélidas.
Encendió una vela y la coloco en el rosetón de su morada.
Y así todas las noches encendía su vela
Y se postraba frente a su lumbrera, esperando su llagada.
Se sentía como un ángel sin un ala…
Ella busca una luz, en su universo de tristezas,
busca llenar el vacío de su alma.
Ahora está sola, entre tantas breñas,
su caballero oscuro, encontró su dama negra.
Mientras tanto, el no sabía nada de su vuelta.
Una noche, pasando frente a la muralla…
Percibió un leve resplandor y se paró frente a la puerta.
Era tan trivial que parecía una estrella.
Al mirar mejor, se dio cuenta que venía
de la estancia de su anterior esposa.
Aun al recordar aquello le dolía.
Decidió entrar, pasando entre la maleza espesa.
A cada paso que daba, más cerca la sentía,
recordaba su tenue mirada extraviada,
su sublime voz, que parecía una melodía.
Su partida la sintió como una gran pérdida.
Dejo un vacío tan grande en su interior,
que aun no consiguió llenar.
Ante la idea de verla de nuevo, siente temor.
Al volverla a ver; ¿ Cómo va a reaccionar?
No le dio tiempo de responderse a su pregunta,
cuando ya se encontraba frente a su puerta,
la empujo suave, pero estaba abierta.
Al abrir la puerta, se encontraba ante una imagen funesta.
En el suelo, había tendida una figura esbelta,
llego tarde, ella estaba inerte.
Fue a tocarla, pero ella estaba muerta.
Ya, nada podía hacer, ahora la perdió para siempre.
Abrazado a ella, horas y horas la lloró,
pero ya haría lo que haría no servía de nada.
Lloró hasta que ni lágrimas le quedó.
Ya no podía devolverla a la vida.
Al levantarla para llevarla a su cama,
de sus manos una carta cayó al suelo.
La tomo e intento leerla con calma.
Se sentó junto a ella en el lecho…
Le temblaban las manos,
y su cara de nuevo bañada en lágrimas.
Deseaba morir, para así volver a estar juntos.
No quería seguir sufriendo más.
Miraba la carta, y sentía temor,
No soportaría más dolor en su interior…
‘’Para mi amado …
Ya has de saber porque me fui de tu lado,
si lo hice, no es porque no te haya amado.
Te amo, por eso volví,
hasta ahora nunca supe lo que por ti sentí.
Durante años de soledad eterna
Vagabundee de pena en pena
Volví aquí para volver a verte,
Para sentirte, para tenerte…
Me fui para evitarte sufrimiento,
saber la verdad habría sido tu tormento.
Nunca quise hacerte daño,
eso ya lo sabías de antaño.
Volví para morirme en tus brazos,
pero ellos ahora ya están ocupados.
Nunca pensé que me esperabas,
Pero jamás creí, que te irías de donde estabas.
No tengo derecho, pero me siento decepcionada.
Sé, que jamás por ti seré del todo perdonada.
Ahora tan sólo deseo, verte una vez más.
Un deseo que seguro que nunca tu me cumplirás,
pero quizás a lo lejos desde mi ventana,
pueda ver aunque sea una vez más tu cara.
Ahora rodeada de la oscuridad de este castillo,
En compañía de la soledad de mi aposento,
entrelazada con el sonido de mis lágrimas gélidas
que al tocar mi piel se vuelven efervescentes,
escribo ahora esta carta, que quizás nunca llegues a leer,
cada día que pasa me hago la idea de no volverte a ver.
Al menos podre morir en paz,
sé que con ella estas feliz.
Me moriré aquí en mi triste soledad,
vagabunda por la eternidad.
Siempre tuya,
Ojos de Luna’’
Arrugó la carta entre sus manos,
no podía creer lo que había leído,
lágrimas de sangre brotaban de sus ojos.
Pensaba que ojala lo hubiera sabido.
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